En cambio, en las aguas mexicanas Pemex (única que al momento opera campos petroleros en el país, mientras se abre la industria al capital extranjero y privado, apenas suman 300 plataformas.
"Pensando que se espera una inversión de 40.000 millones de dólares en estos campos, y suponiendo que prestadores de servicios y administradores de equipo representen un 30 por ciento de ese monto, entonces hablamos de 8 a 14.000 millones de dólares del negocio que puede abrirse" para las empresas de plataformas, dijo al diario mexicano Thomas E. Heather, consejero de energía en la firma Haynes and Boone.
Compañías mexicanas de servicios petroleros, como Operadora Cicsa —del Grupo Carso propiedad del magnate mexicano Carlos Slim—, Perforadora Latina, de la familia De Valle, el poderoso Grupo México, minera del millonario Germán Larrea, y Tabasco Jack-up, esperan ofrecer sus servicios a las grandes multinacionales petroleras productoras de hidrocarburos, en aguas profundas y ultra profundas con hasta 3.000 metros de tirantes de agua hasta el lecho marino.
Otros gigantes de servicios petroleros ya trabajan en las vecinas aguas territoriales de EEUU con las grandes empresas, tales como Halliburton y Schlumberger; "pero también hay otras que operan con Pemex como son Noble, Sea Dragon, Paragon Diamond y Oro Negro", dice el reporte.
En cambio, la renta de una plataforma puede oscilar en 130.000 dólares diarios, es decir unos 50 millones de dólares anuales, incluso desde la etapa de exploración, prevista para 2018.
La actividad petrolera en México está en su nivel más bajo en la historia, y el gobierno proyectó una producción de 1,9 millones de barriles diarios (b/d) de crudo, el más bajo desde 1980, es decir 1,5 millones b/d menos que el pico histórico nacional de 3,4 millones de b/d, logrado en 2004.