En una entrevista con Radio Sputnik, Fernando cuenta que decidió “cruzar el Atlántico” porque quiso “ver algo diferente, conocer mundo, poder venir a Rusia”.
Pocos años después, fundó el Centro que ya tiene más de 14 años.
“Éramos un grupo de soñadores que solamente sabíamos que teníamos que dar lo mejor de nosotros y seguir adelante, de allí surge también en parte el nombre de nuestro proyecto”, dice Fernando, quien se muestra feliz de dedicarse “a esta maravillosa misión de enseñar el español y compartir” la cultura de Guatemala y la de otros países hispanohablantes.
Nuestro interlocutor se siente satisfecho por cómo va el negocio y afirma que “pese a los temas macroeconómicos que se sufren en Rusia, el idioma español se mantiene en una muy buena línea de demanda”.
“Cuando nosotros comenzamos a trabajar, el idioma español era la quinta o la sexta lengua más estudiada en San Petersburgo. Con mucho orgullo puedo asegurar que hoy por hoy el español es la tercera lengua por detrás únicamente del inglés y del alemán”, indica.
Fernando, quien se niega a considerarse como empresario, prefiriendo posicionarse como “emprendedor”, sostiene que para prosperar en Rusia es necesario “tener una idea clara de qué es lo que quieres hacer, qué es lo que quieres ofrecer, cuáles son los valores que quieres transmitir al público, y, a la vez, crear un balance adecuado para intercambiar esos valores que quieres dar y las necesidades que tiene el público”.
“También es fundamental un muy buen equipo de trabajo y buenos socios y compañeros de trabajo”, añade.
No obstante, Fernando admite que “no es fácil la vida de una persona que se va de su país, y sobre todo a un país tan lejano y tan diferente como es Rusia”. Y es que, entre otras cosas, echa de menos a sus familiares.
En este sentido, nuestro interlocutor asevera “ser el mismo guatemalteco que nació en la capital” del país latinoamericano y “creció en medio de una familia guatemalteca”.