El candidato independiente Evan McMullin, ganó popularidad en su estado natal de Utah por su fe, ya que el aspirante presidencial pertenece a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. McMullin hasta logró salir ganador en varios municipios de ese estado, y en general solo obtuvo un 7,8% menos que Hillary Clinton y se hizo con el tercer lugar.
Otros candidatos como Jill Stein y Gary Johnson no lograron ganar ni el apoyo de los electores ni los votos electorales, así que solo el tercer candidato logró demostrar en Utah, de cierta manera, que no todas las minorías religiosas están dispuestas a apoyar a los republicanos.
Los resultados en Utah son impresionantes para Estados Unidos: McMullin se hizo con 175.000 votos, mientras Clinton logró 237.000. Muchos explican el éxito de McMullin con su filiación a los mormones, pero en su campaña también apeló a otras minorías.
Los mormones en Estados Unidos son tratados con cautela por parte de sus compatriotas. La pertenencia a esta religión fue la razón por la que Mitt Romney perdió las elecciones en 2012 frente a Barack Obama. Por eso se entiende bien por qué McMullin no consiguió acumular los votos de los demás electores dentro y fuera de Utah, por consiguiente el candidato solo pudo contar con el apoyo de sus correligionarios.