El primer tópico que confirmó Oboimov es el de la miel. Efectivamente, los osos polares aman la miel y la leche condensada, pero también pueden comer un par de botas que algún viajero descuidado haya dejado en el exterior de su refugio.
"Si un oso polar puede elegir, elegirá comer una foca y prácticamente nada más. Sin embargo, a causa del fuerte cambio climático, el menú ártico se ha reducido mucho", afirmó.
Una característica poco conocida de estos animales que reveló el explorador es que son capaces de nadar a velocidades de hasta 10 kilómetros por hora "gracias a sus enormes garras". Puede parecer que no es gran cosa, pero, para hacernos una idea, los nadadores olímpicos alcanzan los 7 kilómetros por hora.
Las hembras, por su parte, son un poco más pequeñas, y 'solo' pesan entre 200 y 300 kilogramos.
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"Los exploradores polares experimentados saben que, si el animal está lleno, no mostrará ningún signo de hostilidad hacia un humano en caso de que se produzca un encuentro accidental", afirmó Oboimov.
"Simplemente observará una criatura que camina sobre dos patas. Este tipo de encuentros no son peligrosos para un viajero armado, pero si vas desarmado o armado solo con un palo, entonces te sentirás de una forma diferente".
El propio explorador explicó que un oso polar empezó a acosar a un grupo de jóvenes investigadores que acababa de llegar al archipiélago de Novaya Zimliá.
Por último, Oboimov señaló que es difícil que los osos polares sean domesticados por el ser humano "solo tenemos una familia en Rusia que haya podido llegar tan lejos como para amaestrar a un oso polar, los Denisenko, de Irkutsk, en Siberia".
"Es más probable que un oso polar ataque a un humano que no que se someta a él", añadió.
El oso polar está en el Libro Rojo de Rusia de las especies amenazadas y su número se reduce año tras año. Se calcula que en Rusia viven unos 7.000 ejemplares, de los 25.000 que hay en todo el mundo.