Ahora el dalái lama se está preparando para una visita más a EEUU con el fin de reunirse con el presidente electo. Donald Trump es perfectamente consciente de que una reunión con el líder de Taiwán y Tíbet sembrará la discordia entre Washington y Pekín.
"Creo que estas cuestiones no estarán entre las prioridades de la Administración de Trump. Hasta donde yo sé, los asesores de Trump aún no han discutido en detalle las cuestiones del Tíbet y Taiwán. Los grupos de personas que tienen influencia en Trump y le proporcionan ideas sobre política exterior tendrán un enfoque antichino, pero más bien en la esfera del comercio y la geopolítica".
La cuestión del Tíbet siempre ha sido un punto de fricción y un factor de inestabilidad en las relaciones entre China y EEUU, lo que se evidencia en numerosos documentos de inteligencia del Departamento de Estado desclasificados a finales de los años 90 del siglo pasado.
"La actividad en el Tíbet de la CIA tiene tres ejes: política, propagandística y paramilitar. El propósito del programa en esta etapa es mantener vivo el concepto político de un Tíbet autónomo dentro del Tíbet y las naciones extranjeras, principalmente la India, y construir una capacidad de resistencia contra los vaivenes políticos dentro de la China comunista", se resume en el sitio web Office of the Historian, cuyos datos se sustentan en la información del Departamento de Estado.
Durante la mayor parte de la década de los 60, la CIA proporcionaba a los separatistas tibetanos 1,7 millones de dólares al año para las operaciones contra China, incluyendo una cuota anual para el 'sueldo' personal del dalái lama por valor de 180.000 dólares. Esta suma en los años 60 equivaldría aproximadamente a 1,5 millones de dólares de hoy día. Haciendo un desglose, se gastaban en el entrenamiento clandestino de los milicianos en el estado de Colorado 400.000 dólares y otros 185.000 dólares más en su transporte de EEUU a la India, también de manera oculta.
En los informes anuales del Departamento de Estado de EEUU sobre derechos humanos en China, el Tíbet tiene su sección propia. Esto refleja la intención de Washington de seguir de cerca la situación de este asunto en la región. Miembros del Gobierno chino han subrayado en repetidas ocasiones que estos informes son iguales cada año, sin tener en cuenta los avances en este campo logrados a través de las exitosas políticas socio-económicas de las autoridades centrales de China.