"Queremos decir con toda certeza que el lago Poopó no está muerto, vive todavía y muy pronto volverá a ser fuente de riqueza para las familias que viven a su alrededor", aseguró la autoridad.
Vásquez remarcó que en el altiplano boliviano la única posible fuente de agua son las lluvias y estas propiciaron el "retorno del lago Poopó".
El funcionario recordó que el 2015 fue el año más crítico para la región, pues el lago se había reducido a pequeños charcos, obligando a una población de cerca de diez mil familias aymaras y unas 500 de la comunidad originaria Uru Muratos a migrar de la zona y buscar otras fuentes de sustento.
"La situación de los Urus es la más preocupante, porque esas personas no tienen tierras para el pastoreo y la ganadería y vivían exclusivamente de la caza y pesca en lago Poopó", señaló Vásquez.
La Gobernación está promoviendo el uso racional del agua para la agricultura y la ganadería y se están adoptando medidas para evitar su contaminación producto de la intensa actividad minera en la zona, explicó el gobernador.
En 2016 investigadores ambientalistas y de la Agencia Espacial Europea dieron por perdido el lago Poopó debido a los efectos del cambio climático y a la falta de políticas de protección de este reservorio de agua, uno de los más importantes de Bolivia.