Ahora, Rusia está aplicando todos sus esfuerzos para consolidar su presencia en el mercado del país más poblado del mundo, escribe The Wall Street Journal.
La caja de helados que el presidente Vladímir Putin regaló a su homólogo chino Xi Jinping, en el marco de la Cumbre del G20, supuso una muestra de la importancia que tiene la industria alimenticia en las relaciones ruso-chinas.
Los intentos de Rusia de "alimentar" a China son una parte muy importante de "el giro que dio Moscú hacia Oriente", después de que se deterioraran sus relaciones con Washington y se aplicaran las sanciones antirrusas.
Según la publicación, el grupo ruso Rusagro ya está construyendo en la región rusa de Primorie un complejo de cría de cerdos para los suministros al mercado chino.
Cada año, los ciudadanos del país asiático consumen al menos 57 millones de toneladas de carne de cerdo, cifra que es dos veces superior a la que se consume en EEUU.
Además, Pekín está muy interesado en arrendar tierras rusas para cultivar en ellas productos agropecuarios necesarios para hacer frente a los problemas de escasez de alimentos que afrontan algunas regiones de China, un país con 1.300 millones de habitantes.
Por su parte, Rusia espera reactivar las explotaciones agrícolas que fueron abandonadas tras el colapso de la URSS. Para 2020, se prevé aumentar los cultivos en la región del Extremo Oriente ruso en un 50%.