Durante los últimos años, los luchadores de origen mongol han dominado este deporte. De hecho, tres de los cuatro últimos grandes campeones —yokozuka, en japonés— eran originarios de ese país.
Poco después de recibir este importante reconocimiento, otorgado por la Asociación de Sumo de Japón —JSA, por sus siglas en inglés—, Kisenosato afirmó que quiere ser "un luchador de sumo digno del respeto de la gente" y que se esforzará para asumir "con firmeza tal cargo de responsabilidad", en declaraciones recogidas por El Mundo.
En este deporte tradicional japonés los luchadores extranjeros, a pesar de que su número está limitado por ley, acostumbran a ocupar las mejores posiciones en los torneos. Con su reciente proclamación como gran campeón, Kisenosato toma el testigo de Masaru Wakanohana, que fue el último japonés en ostentar el título en 1998.