"Se está creando un escudo de resistencia y defensa contra los posibles ataques individuales a los inmigrantes y también contra la ejecución de los decretos que apuntan a un proceso de deportación en masa", explicó en una entrevista a Sputnik.
No obstante, Shepard remarcó que la mayoría de brasileños residentes en su estado hace tiempo que adquirió la nacionalidad estadounidense, por lo que tienen más fácil luchar por los derechos de la comunidad como un todo.
"Estamos llegando a un cierto grado de independencia y seguridad que nos permite defendernos a nosotros mismos y crear alianzas con el resto de sectores progresistas del estado", dijo Shepard, que es militante del Partido Demócrata y desde que llegó al país se interesó por las problemáticas de los brasileños.
Entró en política hace cuatro años, cuando luchó para aprobar un proyecto de ley estatal que permite que los inmigrantes sin papeles puedan acceder al permiso de conducir.
Después lideró una campaña entre la comunidad brasileña para que el candidato demócrata a diputado estatal Jack Lewis fuese la voz de los inmigrantes.
En sus primeros días de gobierno Trump firmó el decreto ley para construir el muro en la frontera con México, canceló la entrada de ciudadanos procedentes de siete países de mayoría musulmana y anunció su intención de no extender visados a los ciudadanos de países que no acepten la expulsión de los extranjeros que cometan delitos en EEUU.
Para Shepard este discurso "nacionalista, exacerbado y divisionista" busca amedrentar a los 11 millones de indocumentados que viven en el país, aunque admite que las medidas puede que tengan algún efecto en la llegada de inmigrantes a corto plazo.
El número de brasileños que entró ilegalmente en EEUU creció un 142% en el último año, un total de 3.252 personas fueron detenidas al cruzar la frontera, un fenómeno que esta brasileña considera que se frenará momentáneamente "por la militarización de la frontera y la propaganda política de Trump".
Sin embargo, Shepard apunta que "la pesadilla Trump" está provocando la unión de las fuerzas progresistas, que en su opinión trabajarán "incansablemente" para ganar las elecciones de los estados en 2018, el primer paso para desalojar a Trump de la Casa Blanca dentro de cuatro años.
"Mientras tanto, y a pesar de la política divisionista de Trump, el amor continúa prevaleciendo: el índice de bodas interraciales aumenta, se multiplican los nacimientos y por lo tanto está cambiando la cara blanca de la población americana", refuerza esta brasileña.
