Serguéi Koroliov, un ingeniero y diseñador de cohetes idolatrado en la Unión Soviética —y un opositor a la noción de descenso en paracaídas—, llamó a este proyecto 'Lapotok' (diminutivo de la palabra rusa 'lápot', un tipo de calzado empleado por los campesinos).
Después del inicio de los trabajos en el Instituto Central de Aerohidrodinámica (TsAGI, por sus siglas en ruso), salieron a la luz varios problemas mucho más graves de los previstos inicialmente. En particular, se hizo evidente que la carga en el escudo térmico era superior a la que se había pronosticado, por lo que hacía falta cambiar el material del escudo por otro. Para esto se requería un estudio más detallado del proyecto.
Con el paso del tiempo y el desarrollo de la industria de materiales, la predicción de Koroliov y Tsybin cobró vida en las innovadoras aeronaves Space Shuttle (EEUU) y Burán (URSS), aunque incluso en la época moderna muchos de los problemas de diseño no han sido solventados.

El 'sucesor' más reciente de 'Lapotok' —al menos en cuanto a diseño básico— es la nave espacial de Virgin Galactic, un transbordador suborbital turístico desarrollado por la empresa del conocido millonario Richard Branson, fundador de Virgin Group.
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