"Es difícil describirlo con palabras… Los participantes se preparan como si fueran a la guerra y las emociones están a flor de piel. Antes de entrar en el Sambódromo, todos forman un círculo y rezan. Mi grupo de baile es uno de pocos en los que no se debe pagar y en él solo participan personas de las comunidades, de las favelas. Nuestro grupo es el corazón de la escuela. Gracias a eso fui testigo de emociones indescriptibles", confesó Juliana.
La bailarina reveló que todo en el carnaval, la agitación de los participantes, las emociones, las risas y el llanto, son cosas increíbles que la llenan de una energía completamente especial.
"Esa energía proviene de los espectadores y te atraviesa todo el cuerpo y te deja… es una gran sensación", señaló la joven.
El desfile del Sambódromo de Portela duró 71 minutos, pero para los bailarines que entrenan por varios meses, es una tarea sencilla bailar tanto tiempo.
"En primer lugar, los ensayos ayudan mucho. Cuando llega el desfile, ya no sientes nada: ni los callos en los pies, ni el peso del traje. Entras en una especie de trance. El alma 'se eleva hacia el cielo'. Por eso no es difícil, es sencillo".
"El año que viene volveré, no hay duda. Pero dedicarme a esto de manera profesional es algo poco probable", dijo para concluir Juliana.