Familia y amigos se reúnen en una de las fiestas judías más importantes y que simboliza la consecución de la libertad por parte del pueblo judío, que era esclavo en Egipto.
Uno de los alimentos más específicos de la cena es la 'matza', el pan ácimo que se come para recordar que los judíos salieron tan rápido de Egipto que no tuvieron tiempo de que el pan fermentara antes de irse. La 'matza' se consume durante la semana de Pascua.
En Israel se prepara en diversas panificadoras. Algunos hornos siguen elaborándola a mano, pero en muchos el proceso está mecanizado.
Uno de los que sigue la tradición manual es el de la comunidad ultraortodoxa jasídica Jabad-Lubavitch en la localidad de Kfar Jabad, cerca de Tel Aviv.
Allí más de 50 personas trabajan a diario para elaborar 'matza', pero en los días previos a Pésaj y durante esta festividad, el número del personal aumenta.
En este horno, donde cada día se utilizan unos 450 kilos de harina, según explicó a Sputnik el rabino Menachem Gluckowsky, máximo responsable de la panificadora, se controla de forma estricta todo el proceso de preparación de la 'matza'.
La cadena de trabajo es meticulosa y veloz. Cada uno de los hombres que trabajan en el horno tiene un papel que repite constantemente: uno vierte la harina en un recipiente, otro el agua, otro mezcla los dos ingredientes y elabora la masa, otro cambia el paño que toca el recipiente, otros aplanan la masa, otros la hornean.
Todos se lavan las manos cada vez que se acaba el proceso de elaboración de máximo 18 minutos de una cantidad de masa. Lavan todos los recipientes e instrumentos, se cambian el delantal y sacan trapos nuevos para evitar que queden restos de la masa ya horneada cuando aún estaba cruda.