El 19 de abril de 1987, tras 100 horas que tuvieron en vilo al país, Ricardo Alfonsín, el primer presidente tras la dictadura que azotó a la Argentina durante siete años, alcanzó un acuerdo con un grupo militares rebeldes.

"Se trató del primer alzamiento militar desde el retorno de la democracia. Lo remarcable es que todo el sistema político salió a respaldar al presidente. Es un punto de inflexión, a partir de ahí nadie va a pensar en una salida militar a los problemas de la política. Hubo un consenso tácito de la clase política para que la democracia se convirtiera en un esquema inamovible", dijo a Sputnik Juan Agustín Robledo, editor general de Infobae.
El objetivo inmediato del alzamiento era conseguir algún tipo de amnistía para los militares que cometieron delitos durante el proceso militar. Sin embargo, este punto se solucionó a corto plazo. "A un mes del alzamiento se había aprobado la Ley de Obediencia Debida [que estableció que los delitos cometidos por los miembros de las Fuerzas Armadas cuyo grado estuviera por debajo de coronel no eran punibles por haber actuado obedeciendo las órdenes de sus superiores], sin embargo el problema de los carapintadas siguió", explicó Robledo.
El alzamiento se puede explicar además por otros factores como el recorte del presupuesto que sufrieron las Fuerzas Armadas con el fin de la dictadura. "Estro trajo problemas de sueldo, de mantenimiento del equipamiento, de reclutamiento, de compra de armamento. La situación del Ejército era muy complicada", indicó el periodista argentino.


El último intento de un sector del ejército de influir en la política de país resultó en la marginalización las fuerzas armadas de cualquier ámbito de decisión. "Después de ese episodio los militares pasan a tener un lugar marginal en la vida política del país. Incluso, muchos de ellos deben migrar hacia la vida institucional, hacia el sistema que resuelve las disputas no por las armas sino mediante los partidos políticos", concluyó.