La versión contemporánea ha sido desarrollada por un equipo dirigido por Raúl Polit Casillas en el Laboratorio de Propulsión a Chorro en Pasadena, California.
Pero la facilidad de fabricación no es la única razón por la que este nuevo material podría algún día ser una herramienta esencial para la exploración espacial. Ambos lados del tejido metálico han sido diseñados para usos muy específicos y diferentes. La parte superior, que parece un mosaico de tejas de metal brillantes, es capaz de reflejar la luz y manejar el calor. El otro lado, que se parece más a una cota de malla medieval, puede absorber el calor.
Cuando los seres humanos finalmente se encuentren en un mundo extraterrestre a millones de kilómetros de distancia de la Tierra con otros recursos naturales, tendrán que ser capaces de fabricar todo lo necesario allí mismo, y lo que construyan fuera de casa tendrá que ofrecer tanta funcionalidad y reutilización como sea posible, destaca la publicación.