Para el expresidente Zelaya, su destitución el 28 de junio de 2009 inició un ciclo que luego siguió con Fernando Lugo en Paraguay (2012) y Dilma Rousseff en Brasil (2016). "En mi caso, entraron a mi casa, en la madrugada, 250 militares encapuchados, con ropa de combate, granadas y armas de guerra, a los gritos, rompiendo portones y sometiendo a la guardia presidencial. Me metieron en un avión. La primera escala fue en la base norteamericana y hondureña de Palmerola. Y después me bajaron en Costa Rica. La orden era asesinarme pero el ejército hondureño deliberó y decidió dejarme con vida", relató.
"Desde aquel golpe en Honduras ha subido la violencia, la pobreza, la miseria, la falta de apoyo a la educación, a la salud. Entonces, matan a los pueblos de hambre y cuanto más pobres, más fácil para ser dominados y sometidos", afirmó.
Zelaya se refirió también a la actual situación en Venezuela. Consideró que ese país tiene problemas "porque el imperio anglosajón y europeo están acechándolo y rodeándolo. Pidámosle a Estados Unidos que saque sus narices de Venezuela", afirmó. Según dijo, él pensó que con la presidencia de Donald Trump la política norteamericana cambiaría. "Pero no, ha venido más agresiva todavía." En cuanto a la Organización de Estados Americanos (OEA) y al Departamento de Estado de los EEUU, el expresidente criticó su "doble moral" porque atacan a Nicolás Maduro, que ha reducido la pobreza, que le ha hecho viviendas a los pobres y que ha incorporado un país que dependía de la monoproducción petrolera a un proceso diferente pero no dicen nada sobre el caso de Honduras, donde hay una dictadura.
"Acá han matado a varios líderes sociales, como sucedió con Berta Cáceres, pero sobre las violaciones de los derechos humanos aquí la OEA y EEUU guardan silencio", denunció.