"Quería realizar lo imposible. Probarme a mí mismo y demostrarles a mis hijos que no existe tal cosa como la 'imposibilidad' cuando existe un fuerte deseo de hacer algo", afirmó Jaritónov.
Un largo camino
El motero, de 46 años, partió de Moscú en su moto el 20 de agosto de 2014. El plan inicial del viaje comprendía 800 días y cinco continentes.
No obstante, nuestro personaje apareció en América Latina a los casi 1.000 días y 115.000 kilómetros de viaje con dos Américas por delante para cruzar antes de tomar la dirección hacia su casa moscovita.
El trayecto está documentado en la página web The Way ('El camino'), disponible en ruso.
Jarítonov viajo extensamente por Eurasia, pasando por Rusia y Mongolia a China y luego vía Oriente Próximo a Europa, la cual también cruzó de sur a norte y de nuevo al sur.
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En África, el viajero cruzó la costa occidental del continente antes de partir para América del Sur.
"La idea es volver a casa para el 20 de agosto de 2018. La razón es simple: quiero acompañar personalmente a mi hija a su primer día escolar ", explicó.
La moto por principio
Incluso cuando le ofrecían ayuda para llegar a lugares de difícil acceso en un todoterreno, al día siguiente el motero repetía el mismo trayecto en su fiel moto.
Lo peculiar es que el vehículo no pertenece a ninguna marca famosa: la moto fue creada especialmente para este viaje "por manos de mecánicos rusos", sonríe Oleg.
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Desafíos y superación
"Hay dificultades que uno espera encontrar, son desafíos para superarse, como la naturaleza adversa u otros. Y luego hay inconvenientes, como los visados y los puntos fronterizos, o los peligros, como el crimen, que son los más difíciles", destaca Jaritónov.
Claro está que las vistas y la cultura de los países visitados quedan en la memoria, destaca Oleg, pero las emociones más fuertes surgen cuando "te encuentras con compatriotas en el extranjero".
"Te encuentras a rusos en cualquier parte del mundo, incluso en lugares donde la vida en general no es buena", afirmó el viajero, y cuando "hablas con esta gente, es como estar de nuevo en casa, en la patria".
Mientras sí hay lugares adónde Oleg quisiera volver —como Buenos Aires, del que el viajero confiesa "haberse enamorado"—, es la gente que te encuentras en el camino la que "te deja una huella imborrable en el alma y luego empiezas a extrañarlos como si fueran amigos muy cercanos".
Adelante a pesar de todo
El proyecto se lanzó inicialmente contando con la participación de varios socios, pero a lo largo de 2015 muchos de ellos se retiraron del proyecto por diversas razones, entre ellas la devaluación del rublo. Actualmente, a Jaritónov lo apoyan sus amigos, que cubren "el 90% de las necesidades del viaje".
A pesar de la obvia comparación —para los latinoamericanos— entre su viaje en moto y las 'Notas de viaje' de Che Guevara, Oleg personalmente no la ve. Según él, algunos trayectos y el medio de transporte sí son los mismos, pero "el carácter, los tiempos y las condiciones son diferentes".
"No tiene sentido seguir o copiar el camino que han hecho otros. Hay que hacer las cosas de una manera diferente, aunque sea difícil en los tiempos modernos, para que sea algo único, al menos para uno mismo", concluyó el motero ruso antes de reanudar el rumbo.
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