Todos deben saber que ni el cristal ni el metal de un vehículo de transporte protegerían de los efectos de la radiación emitida por la explosión, afirma el experto en protección radiológica, Brooke Buddemeier.
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Sería lógico evitar manejar el automóvil después de la explosión nuclear, por lo menos a causa de que las calles estarían llenas de conductores erráticos, accidentes de tránsito y escombros.
El poso radioactivo es una mezcla compleja de los productos de fisión o radioisótopos que son creados por la desintegración de átomos. Muchos productos de fisión se descomponen rápidamente y emiten radiación gamma.
La exposición a este tipo de radiación en un corto plazo puede causar daño a las células del cuerpo humano así como a su capacidad de repararse a sí mismo, provocando un padecimiento llamado síndrome de irradiación aguda. Entre otras cosas, afecta al sistema inmunitario y a la capacidad del cuerpo de combatir las infecciones, indica el experto.
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La razón por la que hay que esperar tanto tiempo es porque los niveles de la radiación gamma caen de manera exponencial después de la detonación: los radioisótopos calientes se desintegran en átomos más estables y representan menor amenaza.
El experto señaló que hay una excepción importante a la regla sobre el uso de automóviles tras la explosión nuclear: si estás en tu automóvil dentro de un garaje de hormigón, este material puede servir como un escudo, así que puedes permanecer en tu transporte.
Según Buddemeier, si todos siguen estos consejos, esto puede salvar centenares de miles de vidas.