Según los científicos, la estrella —situada a 22 millones de años luz de la Tierra, en la galaxia espiral NGC 6946— iba a convertirse en una supernova; sin embargo, "en lugar de esto, se apagó y dejó tras de sí un agujero negro".
De acuerdo con el astrónomo Christopher Kochanek, profesor de la Universidad de Ohio, en EEUU, "lo típico es que una estrella solo pueda formar un agujero negro después de convertirse en supernova". Subrayó que "si una estrella puede quedarse corta en la fase de supernova y todavía puede dar lugar a un agujero negro, esto ayudaría a explicar por qué no observamos las supernovas de las estrellas más masivas".
Las observaciones de la estrella —que es 25 veces mayor que el Sol— se realizaron a través de tres telescopios: el Gran Telescopio Binocular (LBT, por sus siglas en inglés), el Hubble y el Spitzer. Según opinan los investigadores, la hipótesis más probable de la desaparición de la N-6946-BH1 es su colapso gravitacional.
Hace exactamente 10 años, en 2007, los astrónomos de la NASA registraron un brillante destello en la estrella, pero a partir del 2009, la emisión de su luz empezó a disminuir. Para el 2015, los científicos solo encontraron una fuente de radiación infrarroja en el lugar donde se encontraba, lo que significa que para aquel momento, la N-6946-BH1 ya se había convertido en un agujero negro.