"No pareciera que Trump haya comprendido lo suficiente que la política de Obama fue cuidadosamente estudiada para ajustarla a las condiciones actuales", dijo Fernández Tabío, profesor titular y doctor en ciencias económicas.
Después de reconocer el fracaso de todas las políticas que le precedieron, Obama llegó a la conclusión de que debía buscar un mejoramiento de las relaciones con Cuba mediante la negociación y condujo un deshielo que implicó la reapertura recíproca de embajadas y una visita oficial a la capital cubana, recordó el analista.
En estas condiciones, "¿qué alternativa queda?", preguntó el académico.
"La actualización de la política estadounidense hacia Cuba realizada por Obama en sus últimos dos años en la Casa Blanca buscaba refinar el empleo de los instrumentos, disminuir sus fricciones sin modificar los objetivos", explicó.
El experto recordó que Washington flexibilizó algunas sanciones y restricciones para ampliar el uso de los medios blandos de la política y mejorar su efectividad, por ejemplo en materia de viajes, comunicación e intercambios, que fueron en beneficio tanto del pueblo cubano como el de Estados Unidos.
"Asimismo, se avanzó en el entendimiento y hasta en la colaboración en temas que no pertenecen a la agenda del conflicto", dijo.
Se lograron más de dos decenas de acuerdos beneficiosos y entendimientos en materia de seguridad, salud, agricultura, ambiente, transporte, "e incluso en el escabroso tema migratorio", dijo Fernández Tabío.
"Los temas duros del conflicto se mantienen: el bloqueo comercial y financiero, con todas las consecuencias que esto trae, y la ilegal base militar de Guantánamo", describió.
En su opinión, Washington no debería albergar dudas sobre la pertinencia de continuar mejorando las relaciones y levantando obstáculos, si la revisión de política de Trump fue se basó en el análisis de la estrategia diseñada por la administración de Obama y la lectura de los acuerdos intergubernamentales alcanzados.
"Los beneficios logrados en un tiempo corto, aún sin eliminar el bloqueo, y las estimaciones de significativos resultados en el escenario de continuar avanzando en el levantamiento de sanciones, demuestran que la política más aconsejable, y en realidad la única para cumplir los intereses económicos y de seguridad nacional de Estados Unidos, sería el levantamiento del mal llamado embargo", dijo el investigador.
"Por supuesto, sin condicionamientos (pues) hasta los niños en Cuba saben que no se aceptan condicionamientos en la negociación con el poderoso vecino, y si se intenta esa vía, conduce a un camino cerrado", sostuvo.
Con todo, ante el hecho de que "la modificación en la política hacia Cuba se anunciará en Miami no cabe presagiar nada bueno".
En esa ciudad del sudeste estadounidense se concentra buena parte de la comunidad cubana anticastrista, que en general ha sido un bastión electoral para el gobernante Partido Republicano y que permitió el triunfo de la candidatura de Trump en el estado de Florida.
Lea más: Donald Trump planea endurecer su política respecto a Cuba
"Filtraciones y comentarios reflejados en la prensa coinciden en que la nueva política de Trump será portadora de propuestas de figuras tan reaccionarias e ignorantes de la realidad cubana como los senadores Marco Rubio y Bob Menéndez y el representante Mario Díaz-Balart", lo cual en su opinión augura un retroceso.
Es probable que los cambios sean portadores de una retórica más dura y se anuncien algunas decisiones regresivas en términos de la normalización de las relaciones, pero sin lograr revertir totalmente los logros alcanzados durante la era Obama, concluyó el experto.