"Se está especulando que el resultado de las elecciones puede conducir a un Brexit más suave pero todavía quedan muchas voces a favor de un Brexit duro", sostiene el director de la división de Asuntos Públicos en la asesoría legal Bircham Dyson Bell.
El ministro británico para la Salida de la UE, David Davis, mantuvo la primera reunión oficial con el negociador de la comisión europea y del bloque de los 27, Michel Barnier.
Ambos acordaron los términos de referencia que guiarán la ejecución del Artículo 50 del Código de la UE, referente a la separación de un miembro del club de Bruselas.
Habrá reuniones al menos una vez cada cuatro semanas y dos cuestiones prioritarias en esta fase inicial de la negociación del divorcio: los derechos de los ciudadanos y la factura de la retirada.
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Al mismo tiempo se iniciarán "diálogos" sobre la situación de Irlanda, que permanecerá dentro de la UE y de los seis condados del noreste de la isla que siguen bajo soberanía británica y destinados por tanto a salir del bloque.
La primera ministra, Theresa May, ganó las elecciones del pasado 8 de junio pero perdió la mayoría parlamentaria y el mandato para imponer su objetivo de sacar al Reino Unido del mercado común y la unión aduanera.
Tras la pírrica victoria electoral no hay suficientes diputados para sostener en Westminster el apercibido Brexit duro.
"La dificultad de un Gobierno minoritario es tener que sopesar el abanico de opiniones, y la señora May no destaca por su capacidad para escuchar ni el talento para entablar relaciones, aunque es lo que necesita hacer en la actualidad", observa el experto de Bircham Dyson Bell.
Los ministros británicos se niegan a reconocer públicamente ninguna de esas cifras como una indemnización adecuada a los compromisos adquiridos a lo largo de cuatro décadas de asociación.
El Gobierno conservador afronta el arduo proceso de salida con una dirigente que ha visto dentada su autoridad y corre peligro de perder su cargo en un golpe de su propio gabinete o por acuerdo con los barones del partido.