Lo que permanece entre bastidores en el mar de China Meridional

El barco estadounidense USS Stethem entró sin permiso el 2 de julio en las aguas de las ínsulas chinas Xisha. El gigante asiático envió inmediatamente sus barcos militares y cazas para hacer una advertencia al buque estadounidense y expulsarlo de sus aguas territoriales, según el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores del país asiático, Lu Kang.

La respuesta de China fue contundente. El portavoz aseguró que la Cancillería del país asiático acusa a EEUU de haber llevado a cabo una burda violación de su soberanía con la entrada de su buque en aguas territoriales de la isla disputada.

A pesar de los enormes lazos financieros y económicos entre los dos países, en el ámbito político las cosas están peor que nunca, señala Iliá Jarlámov, columnista de Sputnik.

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Cada vez más a menudo Washington califica al gigante asiático como el principal enemigo de EEUU. Según el periodista, hay suficientes razones formales para ello: por ejemplo, la especulación en el mercado de divisas o las violaciones de los derechos humanos son los pretextos favoritos de Occidente para condenar o castigar a alguien.

Sin embargo, Pekín no se ha quedado callado y ha reaccionado de manera dura a la decisión estadounidense de suministrar armas a Taiwán, cuya soberanía no es reconocida por los chinos.

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La exacerbación del conflicto por parte de Washington favorece a un acercamiento entre China y Rusia, subraya Jarlámov. La visita de Xi Jinping a Moscú, prevista para los días 3 y 4 de julio, también lo demuestra. En vísperas del viaje, el líder chino declaró que las negociaciones con el presidente ruso, Vladímir Putin, darán un nuevo impulso al desarrollo de las relaciones bilaterales.

Paralelamente, de acuerdo con algunos informes, el mandatario del gigante asiático tiene la intención de traer a Rusia varias propuestas avanzadas o al menos exclusivas para una solución pacífica de la crisis en la península de Corea, añade el columnista.

"Con sus acciones torpes, incluyendo las de la región de Asia-Pacífico, la propia Washington está empujando al mundo a un gran cambio que dará lugar a una arquitectura geopolítica completamente nueva y poco agradable para EEUU", concluye Jarlámov.