"Washington debe examinar en detalle las medidas que emprenderán Damasco y Moscú en respuesta a cualquier agresión nueva", dijo en rueda de prensa.
El 27 de junio la Casa Blanca declaró que las autoridades sirias preparan "un nuevo ataque químico" que podría causar numerosas víctimas civiles y advirtió que el presidente sirio, Bashar Asad, y sus fuerzas armadas "lo pagarán caro" si se atreven a lanzarlo.
La oposición culpó a Damasco por la tragedia, pero las autoridades sirias refutaron la acusación alegando que todos sus arsenales químicos fueron retirados del país y eliminados en 2016 bajo la supervisión de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ).
Según EEUU, que no esperó una investigación ni presentó pruebas irrefutables de la culpa de Damasco, los aviones sirios habían salido del aeródromo de Shairat para bombardear Jan Sheijun.
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El Gobierno sirio subrayó que nunca empleó sustancias tóxicas ni contra la población, ni contra la oposición, ni contra los terroristas.