Uno de los pioneros del estudio de la neotenia, el científico holandés Louis Bolk (1866-1930), puso el foco sobre el hecho de que un bebé recién nacido tiene las características típicas de la etapa embrionaria de los primates. El fenómeno de la neotenia se caracteriza por la conservación del estadio juvenil en el organismo adulto en comparación con los ancestros u organismos cercanamente emparentados.
Pero, ¿por qué la selección natural favorece más a las formas neoténicas y, a primera vista, subdesarrolladas? En realidad, la neotenia permite al animal madurar rápidamente, dejar velozmente descendencia y, de este modo, contribuir a la perpetuación de toda la especie. Cuando los especímenes alcanzan la pubertad muy pronto, esto les ayuda a mantener una población grande.
Y de hecho, las ranas más antiguas resultaron tener huesos que se habían perdido en la transición de los laberintodontes — anfibios primitivos que pasaron del mar a la tierra —. Así que, aunque es difícil imaginar que un anciano de 150 años empiece a degradar hacia formas ancestrales y se convierta en un mono, con las ranas ha pasado efectivamente eso. Esto último es un hecho científico fehaciente.