Las nuevas sanciones previstas por Trump contra Pyongyang en respuesta a la reciente prueba norcoreana de un supuesto misil intercontinental balístico solo llevarían a un estancamiento en el conflicto, opina el columnista.
"Rusia podría expresar su posición respecto a ese anteproyecto solo después de que sea distribuido oficialmente en el Consejo de Seguridad de la ONU y una vez analizado por parte de expertos", comunicó el portavoz de Rusia en el organismo, Fiódor Strzhizhovsky.
No obstante, el columnista de Sputnik Vladímir Ardáev opina que lo más probable es que ni Rusia ni China apoyen este anteproyecto de la delegación estadounidense.
En contraposición al rumbo de 'tolerancia estratégica' de la política exterior de Barack Obama, que según la opinión del columnista acabó siendo un fracaso, el actual presidente estadounidense ha apostado por una presión más intensa.
Frente a ello, Pyongyang ha emprendido nuevos lanzamientos y ensayos que acaparan la atención mundial y que van en aumento. En 2015, Corea del Norte llevó a cabo 15 lanzamientos, en 2016, 33, y en lo que va de año, ya son diez las pruebas de misiles balísticos, incluidos dos lanzamientos fallidos en abril, según los medios surcoreanos.
Distintos intereses
Los misiles de Pyongyang también pueden llegar a Pekín o a grandes ciudades rusas. Ni hablar de Corea del Sur o Japón, que en caso de conflicto nuclear a gran escala sufrirían las consecuencias de los lanzamientos realizados por ambos lados.
"Para empezar esta guerra basta con un solo funcionario inadecuado de EEUU o un solo patriota radical de Corea del Norte, también inadecuado", señala en su artículo el Director Ejecutivo del Centro chino de Estudios Conjuntos del Mar de la China Meridional, Feng Zhu.
El experto precisa que, aunque el ataque no fuera directamente dirigido contra China, los efectos radiactivos podrían alcanzar grandes urbes chinas como la ciudad de Shenyang, con 8,1 millones de habitantes, en la provincia de Liaoning (en el noreste de China).
Aunque Pekín está preocupada por las repetidas pruebas nucleares y balísticas de Pyongyang, también acusa a EEUU de agravar las tensiones al llevar a cabo ejercicios militares en la región. Además, China ha expresado su descontento por el despliegue en Corea del Sur de un avanzado sistema antimisiles estadounidense, el cual, según Pekín, "amenaza su propia seguridad y no hará nada para rebajar las tensiones".
La Administración Trump se esfuerza mucho para empujar a Pekín a tomar medidas más decididas y firmes contra Corea del Norte, para forzarla a renunciar a sus programas nucleares y balísticos. Este tema llegó a centrar en varias ocasiones las negociaciones entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su par chino, Xi Jinping, tanto en sus conversaciones telefónicas como en un reciente encuentro privado mantenido durante la cumbre del G20 en Hamburgo.
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El primer ministro japonés, Shinzo Abe, lanzó un llamamiento similar a Xi Jinping durante la cumbre. Washington y Tokio insisten en que Pekín corte el suministro de petróleo a Corea del Norte y minimice la cooperación económica con este país en otras esferas, además de dejar de emplear a los trabajadores norcoreanos en las empresas chinas.
"Por lo tanto, no hay duda de que la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU respecto a Corea del Norte a propuesta de EEUU y apoyada por el Reino Unido y Francia no será adoptada. El documento será vetado por otros dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad: Rusia y China", concluye el politólogo Vladímir Ardáev.
Moscú y Pekín se muestran preocupadas por la aprobación de nuevas sanciones, que podrían afectar a empresas rusas y chinas. Además, la estrategia adoptada de aumentar la presión contra el régimen de Kim Jong-un ha demostrado ser inviable e ineficaz, más incluso que la 'tolerancia estratégica' de Barack Obama, subraya.