Esta enorme suma muestra que el Gobierno de China se ha propuesto arrebatar a EEUU el liderazgo en este sector.
En la Casa Blanca temen que los microchips baratos de China invadan el mercado mundial, lo que supondría la ruina para los productores estadounidenses.
Esta fue la razón por la cual en 2015 y 2016 el Gobierno de EEUU bloqueó los intentos de Tsinghua de comprar a varios productores de microchips del país norteamericano.
Por su parte, Zhao Weiguo, presidente del Consejo de Administración de Tsinghua, explicó que la empresa china construye sus propias fábricas únicamente porque las autoridades estadounidenses no les permiten invertir en EEUU.
"Las empresas chinas tropiezan con una discriminación en muchas esferas, incluida esta. Es una situación nada normal", dijo Zhao Weiguo, citado por la revista rusa Expert.
Al mismo tiempo, Washington acusa a Pekín de practicar una competencia poco honesta, dado que considera que un Estado de la fortaleza de China da apoyo a este sector.
Esta lucha entre ambos países pone de relieve el hecho de que el globalismo, que anteriormente fue la principal tendencia del desarrollo de la economía, deja paso cada día más al nacionalismo económico. Las guerras comerciales y la protección de los mercados nacionales mediante aranceles son el resultado de este cambio de paradigma.
Siguiendo el ejemplo de Alemania, el Gobierno de EEUU baraja la posibilidad de cambiar su legislación para obstaculizar las inversiones chinas en los sectores estratégicos de la economía del país y endurecer el control sobre las exportaciones de tecnología sensible.
Durante los dos últimos años, las empresas chinas han tratado de comprar a los productores de microchips de EEUU por un monto de 34.000 millones de dólares, según datos recogidos por la empresa Rhodium Group.
En Washington consideran que la amenaza a la hegemonía estadounidense en la esfera de los microchips procedente de China es aún más fuerte que la que provenía de Japón en los años 80 del siglo pasado.
La mayor ventaja de China en comparación con Japón está en que cuenta con un gran mercado propio en el que se realiza el 58,5% de las ventas de microchips del mundo. Esta peculiaridad ofrece a China una gran posibilidad para influir en los suministradores extranjeros.
"Nosotros no podemos depender de los microchips extranjeros", declaró el viceprimer ministro del Consejo de Estado de China, Ma Kai.
En caso de que todos los proyectos lanzados por China sean implementados, la oferta mundial de microchips superará a la demanda en un 25% en 2020. Este desenlace provocará una caída de precios y resultará en una disminución de ingresos de las compañías, opinan los expertos de la empresa Bernstein Research.
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