La situación de Netanyahu se complicó el 4 de agosto cuando el exjefe de personal del primer ministro, Ari Harrow, firmó un acuerdo con la policía para convertirse en testigo del Estado.
El ministro Tzachi Hanegbi, encargado de la seguridad nacional, dijo a la radio del ejército que un hipotético procesamiento de Netanyahu tardaría al menos tres o cuatro años en concretarse.
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Por su parte, la ministra de Justicia, Ayelet Shaked, insistió en que Netanyahu no debe dimitir en el caso de que sea imputado y agregó que el procesamiento puede ser muy largo.
En una concentración participaron unas dos mil personas que pidieron al fiscal general que procese a Netanyahu mientras que una contramanifestación en el mismo lugar congregó a 150 personas que se expresaron a favor de Netanyahu.
Según la policía, el primer ministro está siendo investigado por fraude, soborno y abuso de confianza.
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Netanyahu considera que es objeto de una campaña destinada a terminar con su gobierno de una manera no democrática, e insiste en que no piensa dimitir porque no ha cometido ninguna irregularidad.