"Estoy radicalmente en contra", dijo Rajoy en una conferencia de prensa desde Palma de Mallorca, donde mantuvo una reunión con el Rey Felipe VI para repasar la actualidad política del país.
La más polémica de estas acciones tuvo lugar el pasado 22 de julio en un restaurante situado en el muelle frente a la catedral de Palma de Mallorca, en el que los activistas irrumpieron con bengalas mientras lanzaban confeti a los turistas.
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En un comunicado emitido el 6 de agosto, la organización Arran dijo no estar en contra del turismo sino querer visibilizar los problemas que trae consigo el modelo actual.
En ese comunicado, el colectivo denunció que el turismo está "haciendo aumentar los precios del alquiler hasta el punto de expulsar a los vecinos de sus barrios y alejar a las personas de sus redes familiares".
"Está convirtiendo las ciudades en escaparates y destruyendo la identidad propia de los barrios", prosigue el escrito, que también llama la atención sobre la creciente precarización de los puestos de trabajo del sector turístico y de aquellas personas afectadas por la turistificación de las ciudades.
En opinión del jefe del Ejecutivo es un "disparate" llevar a cabo acciones de protesta contra "el señor turista que por fortuna viene aquí dejando muchísimos ingresos y permitiendo que muchos españoles puedan trabajar".
En su comparecencia de este 7 de agosto, Rajoy recordó que el sector turístico genera en torno al 11% del PIB español y que más de dos millones y medio de españoles trabajan en él.
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Por ello, el líder conservador pidió "responsabilidad, sensatez y sentido común" porque al turismo "hay que mimarlo y tratarlo bien".