Abu Mustafá, un residente de la zona, relató a Sputnik que los ingresos que generaba uno solo de estos hornos alcanzaban los 30.000 dólares al mes.
La tecnología fue facilitada por sirios a los iraquíes. Este tipo de gasolina y otros productos petrolíferos tenían mucha demanda en el mercado local a causa de la falta de combustibles.








El hombre entrevistado por Sputnik relató que la alta demanda fue creada de manera artificial por los propios terroristas, que no vendían productos petrolíferos procesados industrialmente en las áreas que estaban bajo su control.
El 'harraka' es una cisterna enorme que cuenta con varias tuberías soldadas a ella. El primer horno de este tipo apareció en la localidad de Azba y fue comprado en Siria, relató Abu Mustafá. El entrevistado añadió que pronto muchos se enteraron de la existencia de esta 'nueva tecnología' y comenzaron a hacer sus propias réplicas del 'harraka'.
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Prácticamente cualquier soldador es capaz de crear una y Mustafá agregó que los terroristas también pidieron hornos para ellos. El precio de uno de estos 'harraka' no superaba los 800 dólares y eran producidos en Mosul o comprados en Siria, manifestó.
El aparato funciona de la manera siguiente: la cisterna se llena con petróleo y se calienta durante 24 horas. Después, cuando la temperatura alcanza el nivel necesario, se extraen unos 220 litros de gasolina de la cisterna a través de una tubería especial durante 10 minutos.
Los terroristas vendían petróleo a los poseedores de estos hornos por unos 20 o 30 dólares por barril. Las ganancias netas por cada barril una vez finalizado el proceso eran de 200 dólares. Los beneficios de los yihadistas eran todavía superiores porque vendían petróleo que les había salido gratis.
Como resultado, cada horno generaba 30.000 dólares mensuales para Daesh —autodenominado Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países—.
Para cuando las áreas con yacimientos de petróleo fueron liberadas, la mayoría de hornos se había deteriorado por exceso de uso.