No se trata de una residencia para ancianos. De esas se conocen muchas, decoradas en un estilo familiar y acogedor que remita a un ambiente hogareño, donde se ocupan cuartos individuales y se comparten espacios comunes para comer, ver televisión, conversar o jugar. No, en el modelo conocido como senior cohousing, cada persona o pareja tiene su propio inmueble que integra un complejo parecido a un vecindario.
"Llega un momento en el que las personas se hacen mayores y entonces se dan cuenta que el tipo de vivienda en el que han criado a sus hijos no es realmente lo que ellos necesitan en ese momento", dijo a Sputnik José Luis Suárez, director ejecutivo de Livingcohousing, un proyecto inmobiliario con este espíritu.
"Desde a lo mejor no tener una bañera y sí un lugar de ducha adaptado o preparado para que una persona con movilidad reducida lo pueda utilizar hasta que los ascensores estén previstos para recibir sin problemas una silla de ruedas y que los paseos tengan rampas. Todo está pensado para que si se llega a necesitar una silla de ruedas no se tenga que eliminar paredes para agrandar los espacios y el cambio sea mínimo, incluso para apagar la luz e implantar medidas para pedir ayuda, como en el caso de alguien que se cae", explicó.
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— Living Cohousing (@livingcohousing) June 22, 2017
El senior cohousing remonta a los años 1960 cuando se empezó a desarrollar dicha modalidad colaborativa en Dinamarca. Independientemente de las adaptaciones que han surgido a lo largo del tiempo, se tratan de cooperativas de personas que se organizan para construir un complejo de casas o apartamentos previendo los servicios que pueden necesitar.
"Las unidades no son tan grandes como se necesitan cuando hay una familia con hijos, pero también incluye espacios pensados a servicios comunes como una lavandería que puede atender al público interno y de afuera de tal manera que eso se revierta a la propia cooperativa para reducir sus gastos y también que promueva el intercambio con los vecinos del barrio para que no se convierta en un gueto", agregó Suárez.
"Queríamos un edificio que fuera bioclimático, de poco impacto ambiental y económico en el mantenimiento. Dentro de eso edificio hacer una vida en colectividad, ayudándonos unos a los otros", reforzó a Sputnik Jaime Moreno Monjas, integrante de Trabensol.
"Nosotros aquí funcionamos como toda cooperativa con una asamblea general, con un consejo gestor, pero luego hay una cosa novedosa. Creamos unas comisiones de trabajo formadas por los socios, como una sociosanitaria, que cuida de la higiene, y otra de jardín y huerta", añadió.
Para el director ejecutivo de Livingcohousing, este tipo de idea promueve la independencia y la autonomía de esas personas a la vez que combate la temida soledad y se distingue de las conocidas instituciones geriátricas.