El joven, de 28 años, vive en Alepo desde febrero de 2016. Vino a Sputnik París para contar la situación humanitaria actual. Revela que el año y medio que pasó allí, "resultó muy complicado", ante todo, desde el punto de vista de poder prestar ayuda humanitaria en la línea de frente.
"Las asociaciones como los Cascos Blancos desde el inicio respaldaban visiones salafistas o pertenecían a grupos más o menos radicales. Causan a Siria más daño que ayudan: prestan apoyo porque reciben mucho dinero, pero su objetivo verdadero es seguir involucrando a Siria en la guerra, lo que legaliza su existencia, aunque representan una minoría que tienen en rehenes a la mayoría", dijo a Sputnik.
Según Le Corf, "si no fuera por los rusos y los aviones rusos, Alepo sería derrotada".
"Mi mochila siempre estaba hecha. Dormíamos vestidos sin saber si nos iban a detener o si iban a derrotar Alepo. Había ataques, murió mucha gente. Pero cada día me reúno con los habitantes de Alepo oriental. Tienen la sensación de que les han salvado. Cualquier persona puede llegar a Alepo para asegurarse", agregó.
"En la zona, que está bajo control del Gobierno, actúan solo dos asociaciones extranjeras: mi grupo y SOS Chrétiens d'Orient (Cristianos de Oriente), que trabajó allí antes", indicó.
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Le Corf cuenta que muchas personas se expresan a favor de las reformas y apoyan al presidente sirio, Bashar Asad.
"Cuando fui por Navidad a entregar regalos tras la liberación de Alepo oriental, me sorprendió que muchos consideraran a Bashar Asad como la persona que los había salvado. Si la gente no lo apoyara, lo habrían derrocado hace mucho", cree.
"Pero ante todo, las sanciones (…) sofocan a las personas. Es un arma más fuerte que las bombas ya que obligan a las personas a marcharse y no por la guerra, porque vuelen las bombas o no le guste el Gobierno, sino porque la gente no tiene más futuro. No hay importaciones, el país está cerrado, la mayoría de las fábricas trasladaron su producción a Turquía", explica.
Le Corf añade también que ha elaborado muchos programas, destinados ante todo a menores de edad.
"Estos niños han sido programados como bombas. Son niños suníes. Sobrevivieron a lo peor: los bombardeos. Si no les ayudamos, dentro de 20 años tendremos 20.000 terroristas", concluyó.