Tras el episodio, su santidad no perdió el humor y bromeó con que "me metieron una puñada [puñetazo]", para acto seguido seguir saludando a la multitud a su paso por el barrio de San Francisco, en la ciudad de Cartagena.
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El portavoz oficial del Vaticano, Greg Burke, afirmó que el papa se había dado un golpe contra el cristal del vehículo encima de la ceja y en el pómulo y que su santidad "estaba bien".
