Un poco de historia
Las fiestas de Santa Tecla ponen Tarragona patas arriba. Miles de tarraconenses se congregan en las calles y plazas de su ciudad para venerar a la santa y rendirle tributo.
Pero la entrega de la extremidad de Santa Tecla fue un intercambio. El monarca de Armenia, a cambio, recibió de Jaime II de Aragón 40 caballos andaluces, 2.000 quesos mallorquines y un trono de oro. El brazo llegó a Tarragona en 1323.
De Armenia a Tarragona
¿Pero cómo llegó la extremidad de Santa Tecla a Armenia y por qué los tarraconenses se interesaron por la reliquia y veneraban a la Santa ya en el siglo XIII? Sputnik habló con Silvia Soler, vecina de Tarragona, sobre la versión de la historia que corre por su municipio.
"La historia que a todos nos han contado es que Santa Tecla recorría las tierras de Europa y de Oriente Medio predicando el cristianismo en el siglo I y que se ganó el favor de los habitantes de Tarragona cuando pasó por su ciudad. Tecla se ganó a los tarraconenses", explica Soler.
Los tarraconenses saben de Tecla que pasó su vejez morando en una cueva como asceta en Oriente Medio y que allí volvieron a intentar acabar con ella. Allí se encomendó a Dios.
"La cueva se derrumbó, dejando al descubierto solo su brazo. Entre las piedras no encontraron el cuerpo de Tecla", dice Silvia Soler, y su brazo fue trasladado a Armenia para rendirle culto y darle sepultura.
Soler comenta a Sputnik que el brazo viajó de Oriente Medio a Tarragona, pero que la información según la cual fue concretamente desde Armenia no es muy conocida, a pesar de que figura en los libros de Santos.
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"En Tarragona queremos mucho a nuestra fiesta y Santa Tecla es una patrona muy querida, hasta el punto de que hay muchísimas tarraconenses que se llaman Tecla. Pero el trasfondo, la historia detrás de la santa, no está muy extendida".
Fiestas por todo lo alto
Soler asegura a Sputnik que la fiesta congrega a mucha, mucha gente. "Hay personas de todas las edades. Gente mayor, pequeños e incluso jóvenes", recalca. Las fiestas de Santa Tecla se celebran las 24 horas del día durante todo el mes de septiembre y, tal y como ocurre en tantas otras fiestas religiosas catalanas, no se limitan a venerar a la virgen.
"Las plazas se llenan de 'correfocs' ('correfuegos', en castellano), que es como llamamos en catalán a la tradición de salir a la calle de noche disfrazados de demonios y de otras bestias propias de la fauna catalana y de saltar entre fuegos artificiales", prosigue Soler.
Son típicos durante las fiestas de Santa Tecla los 'castellers', asegura la vecina de Tarragona. Estas torres humanas, propias de la cultura catalana, obligan cada año a cientos de personas a levantar las cabezas y a estar en vilo.
"En nuestras fiestas de Santa Tecla, siempre destaca 'la Baixada de l'Aliga' ('la bajada del águila', en castellano) del 21 de septiembre, en la que se representa a una enorme águila dorada que baja por una calle empinada desde la plaza de nuestra catedral hasta la Plaza del Rey. Las calles están repletas de gente".
Las pastelerías de Tarragona se vuelcan en la fiesta y elaboran dulces y pasteles con la forma del brazo de la santa. La festividad cuenta incluso con su bebida oficial, la 'mamadeta', que se elabora a base de 'chartreuse' —un licor francés hecho de hierbas maceradas— y granizado de limón.
"Todo el mundo bebe 'mamadeta' durante las fiestas de Santa Tecla. ¡Incluso los niños pequeños! Con la diferencia de que a ellos solo les damos granizado de limón", bromea Silvia Soler.
Sin embargo, el momento más importante de las fiestas de Santa Tecla llega con la procesión del brazo de la santa, que recorre la ciudad seguido por sus fieles y por tambores y trompetas. Un momento muy emotivo para los tarraconenses, que le deben mucho a Armenia.