Desde la reincorporación de Crimea a Rusia definida en marzo de 2014 mediante una consulta popular que obtuvo el 96,77% de apoyo, la potencia eslava recuperó la ciudad-puerto de Sebastopol. Se trata de una zona estratégica para equilibrar las relaciones de poder sobre el Mar Negro, que durante la Guerra Fría favorecieron a Turquía y por su intermedio a Occidente.
Además de Rusia, tienen ribera sobre el Negro, Ucrania, Bulgaria, Rumania, Turquía y Georgia. Salvo este último país, que se encuentra en proceso de incorporación, los restantes forman parte de la OTAN. Turquía tiene las llaves de entrada y salida sobre este mar estratégico, ya que en su espacio se encuentran los estrechos de acceso Bósforo y Dardanelos.
"Controlar Crimea, además de otorgarle a Rusia el control del territorio y del espacio marítimo subyacente, provocó dos cuestiones para nada desdeñables: en primer lugar, recuperó la base de Sebastopol que es una de las más importantes de la región, y su recuperación halló a la mayor parte de la flota ucraniana anclada. Entonces quedó con capacidad combatiente muy disminuida. Fue un golpe muy importante a su capacidad naval del cual recién ahora está recuperándose", afirmó Pizzi, integrante de la plataforma Equilibrium Global y de Conexión Consultores.