"Mexicanos, al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón,
y retiemble en sus centros la tierra
al sonoro rugir del cañón".
Unas horas antes había colapsado un edificio en la calle Ámsterdam. En México, a las ruinas de los inmuebles colapsados el primer día de terremoto, se unen las de los que cayeron uno, dos, tres días después. Aún hay muchas estructuras dañadas y en peligro de derrumbe.
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En la calle Ámsterdam y Laredo, en La Condesa, miembros de las Fuerzas Armadas, brigadistas y voluntarios trabajaron unidos durante horas, hasta que rescataron el último cuerpo. Entonces alzaron el puño en señal de silencio, y entonaron el himno nacional.
¿No oyes ladrar a los perros?
Como en el cuento del escritor Juan Rulfo, en México muchas personas están pendientes del ladrido de los perros. En este caso, de los de rescate. Eso les da esperanza. Un ladrido y se alza el puño en señal de silencio. Silencio, porque hay que escuchar si hay vida.
Los perros rescatistas han impresionado a este país. No solo las personas merecen el calificativo de héroes. Oír ladrar a uno de esos perros devuelve el ánimo a los que, pala en mano, esperan para remover escombros.
México lindo y querido
En los centros de acopio, donde se han reunido muchos jóvenes para cargar y clasificar donaciones, ninguno trae audífono. Y es una rareza de estos tiempos ver a un joven sin audífonos, pero ninguno quiere taparse los oídos ante señales de alarma.
Todos están atentos a cualquier sonido que les indique evacuar, a las voces de los que dan instrucciones precisas sobre cómo proseguir. Lo máximo que se permiten, a manera de aliento, es poner en volumen bajo algunas canciones identitarias mexicanas: 'Canción mixteca', 'El son de la negra', 'Cielito lindo', 'México lindo y querido'…
"México lindo y querido
si muero lejos de ti
que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí.
Que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí
México lindo y querido
si muero lejos de ti…"
En los centros de acopio, además, rompen silencios para aplaudir. Con un aplauso premian a cada ciudadano que llega a donar insumos, o a poner su carro a disposición de los damnificados. Un aplauso que muestra orgullo, el orgullo de los mexicanos que se saben unidos aunque la ciudad esté quebrada. O tal vez, más por eso.
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