"El referéndum, como tal, no se celebrará", categorizó Vladímir Vérnikov, director del Centro de Estudios Ibéricos del Instituto de Europa de la Academia de Ciencias de Rusia.
"Para que Cataluña se tranquilice, es necesario cumplir los deseos de varios partidos políticos de hacer cambios en la Constitución de España, hasta ahora el Gobierno y Palacio, aunque no lo declaran abiertamente, consideran la Constitución una 'vaca sagrada' que no se puede tocar, pero la Constitución es un documento vivo, al igual que cualquier otro mecanismo democrático", defendió.
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Según Vérnikov, no se trata de reescribir la Carta Magna, sino de hacer determinadas enmiendas acordes a la actual situación existente en España.
"Si este proceso constitucional es exitoso, en él es deseable y necesario prever todas las variantes legales de realización de referéndums y solución de asuntos sobre la salida o permanencia de tal o cual comunidad, sin eso todo se reduce en una insistencia formal del cumplimiento de la Constitución", reflexionó.
"Se trata de la violación de la principal acta normativa, después de la Constitución, que actualmente rige la vida el Cataluña, el 'Estatut': si observamos el procedimiento de votación (en el Parlamento catalán) sobre el referéndum, incluso allí se violaron los principios del Estatut, cuando la votación se aprobó por mayoría simple y no por dos tercios e impusieron la propuesta que elimina el umbral de participación", explicó.
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Para Nikolái Topornin, docente de la Cátedra de Derecho Europeo del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales, este referéndum no tendrá ningún tipo de consecuencia jurídica.
Alexéi Martínov, director del Instituto Internacional de Nuevos Estados, señaló que en la actualidad para la mayoría de los catalanes el tema que les preocupa no es ya el de la independencia, sino el de su derecho a decidir.
"Hoy en Cataluña la pregunta ya no es el 'sí' o el 'no' a la independencia, sino si se tienen los mismos derechos que el resto de los ciudadanos europeos o no se tiene ningún derecho", argumentó.
Mientras unos ponentes defendían la versión económica como principal motor de las aspiraciones independentistas catalanas, otros se referían a raíces históricas y subjetivas, señalando como uno de los elementos que caldeó los ánimos la ausencia de un diálogo constructivo entre ambas partes.
"Pienso que la ausencia de un diálogo entre el centro y las comunidades regionales es responsabilidad del centro y las regiones, pero sobre todo de las autoridades regionales de Cataluña", opinó Projorenko.
"Si hubieran permitido realizar el referéndum en Cataluña, eso hubiera dado pie a un proceso de diálogos entre el Gobierno español y Cataluña sobre qué hacer después, y pienso que antes de las acciones represivas de la policía española la mayoría de la gente no apoyaba la independencia", dijo el analista.
Para el especialista, "Cataluña puede ser económicamente independiente, ya que su economía se basa en el turismo y las operaciones financieras, allí se encuentran las sedes de 10 importantes bancos de los 46 existentes en España".
Los analistas buscaron explicar por qué algunos procesos independentistas son aceptados y otros rechazados, poniendo como ejemplos tanto los procesos concertados de Escocia o Gran Bretaña, como los celebrados por cuenta propia, ejemplificados con los casos de Kosovo o la propia Crimea, señalando todas las diferencias.
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El analista defendió que "desde hace bastante tiempo en la ONU existe una formulación bastante contradictoria que defiende a la vez el derecho de las naciones a la autodeterminación y por otro lado la conservación de la integridad territorial".
"Se trata de principios que pueden excluirse mutuamente pero que se fundieron en una sola fórmula que no permite ver de modo unívoco diferentes situaciones", explicó, al citar el caso concreto de Kosovo, que según él, "activó diversos ánimos separatistas en diversos puntos problemáticos de Europa".
En ese sentido, los analistas previnieron que un hipotético estado catalán enfrentaría serias dificultades para su reconocimiento, acceso al mercado común, integración a la UE, integración al sistema de la ONU, puesto que el Estado español jamás aceptaría su existencia, a diferencia de lo ocurrido en Kosovo.