"Curadores y directores de museos e instituciones culturales brasileñas, en consonancia con los principios constitucionales de derecho a la diversidad, a la libertad de expresión y a la práctica democrática de ciudadanía, manifiestan su más absoluto rechazo a las acciones orquestadas contra espacios institucionales de arte", dice la carta firmada por 73 representantes del mundo del arte.
La misiva es una reacción a la polémica desatada la semana pasada, cuando grupos conservadores atacaron vía online pero también en vivo al Museo de Arte Moderno de Sao Paulo (Mam), al que acusaron de promover la pedofilia porque una niña (acompañada de su madre) le tocó el pie a un hombre desnudo, el artista Wagner Schwartz, que estaba en el suelo realizando una performance.
El museo aclaró que la performance "La Bête" se realizó en una sala en la que se advertía al público de la desnudez artística y que el trabajo presentado no tiene un contenido erótico, sino que era una lectura interpretativa de la obra "Bicho", de la artista brasileña Lygia Clark, conocida por sus propuestas interactivas.
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El museo alega que las críticas se basan en la "desinformación" y la "distorsión" del contexto y del significado de la obra, pero eso no evitó que el museo fuera invadido por grupos radicales y que sus trabajadores y visitantes sufrieran ofensas y agresiones verbales.
"El sábado el museo fue escenario de una nueva protesta patrocinada por el mismo grupo de individuos, que esta vez, además de agresiones verbales, cometieron actos de violencia física contra visitantes y colaboradores", lamenta el museo, que presentó dos denuncias a la policía en las que también reunió diversas amenazas anónimas.
"Limitar e impedir a artistas, curadores e instituciones es una clara política de retroceso frente al proceso histórico que implantó un estado democrático de derecho en Brasil", dice otro fragmento de la carta.
Este comunicado del sector artístico brasileño también responde a la censura sufrida por otro centro expositivo, el Santander Cultural de la ciudad de Porto Alegre (sur del país), que hace unas semanas clausuró la exposición "Queermuseu" como respuesta a las fuertes presiones de grupos conservadores.
El revuelo causado en esa ocasión propició que otros museos de Minas Gerais y Río de Janeiro (sureste del país) manifestaran su voluntad de acoger la exposición censurada como forma de expresar su solidaridad.
Uno de ellos fue el Museo de Arte de Río (Mar), una institución en cuyo patronato está el Ayuntamiento de la ciudad, que encabeza el alcalde Marcelo Crivella, un exobispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios conocido por sus posturas conservadoras.
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En un video difundido en las redes sociales Crivella avisó de que esa exposición no es bienvenida en la ciudad e ironizó haciendo un juego de palabras: "Salió en el periódico que va a venir (la exposición) al Mar, ¡ja! Sólo si es el fondo del mar, porque en el Museo de Arte de Río ¡No!", dijo.
El debate sobre la libertad artística se encendió en las últimas semanas en Brasil, país que vive un momento de crecimiento de las tendencias conservadoras, en buena parte empujadas por el ascenso de las iglesias evangélicas neopentecostales.