El lugar más caliente: Venus
Hasta mediados del siglo XX se pensó que el clima de Venus era parecido al de nuestro planeta. Tuvimos que esperar hasta 1962 para que la sonda espacial estadounidense Mariner 2 arrojase un poco de luz sobre esta cuestión, midiendo la temperatura a unos 35.000 kilómetros de distancia. Pero quien nos dio una respuesta fue la estación soviética Venus-7, cuando el 15 de diciembre de 1970 logró aterrizar en el planeta y registrar 475 ◦C. La extrema temperatura hizo que la Venus-7 dejase de funcionar a los 23 minutos.
La extrema temperatura es debida a los altísimos niveles de dióxido de carbono que el planeta es capaz de atrapar, reteniendo mucha más radiación solar que, por ejemplo, Mercurio, más cercano al sol.
El lugar más frío del sistema solar lo tenemos bien cerca: nuestro satélite. La información que nos llega desde la NASA dice que los cráteres del polo sur de la Luna podrían ser incluso más fríos que Plutón, y es que esos cráteres están en permanente oscuridad (y probablemente repletos de hielo). Las temperaturas más bajas registradas fluctúan entre 238 y 247 ◦C bajo cero.
El lugar con las tormentas más potentes: Saturno
La recién fallecida sonda Cassini pudo inmortalizar una tormenta eléctrica en Saturno de dimensiones espectaculares. Se estima que la potencia de los rayos de Saturno es tres veces mayor que la de los relámpagos de nuestro planeta. Las tormentas más severas pueden alcanzar los 4.000 km de tamaño.
El lugar con los vientos más fuertes: Neptuno
Los vientos de Neptuno son tan fuertes que incluso los huracanes más potentes de la Tierra se quedan en simples brisas. En 1989, el Voyager 2 registró en Neptuno la Gran Mancha Oscura, una tormenta gigante de 6.600 kilómetros por 13.000 kilómetros de largo.
El lugar con los días menos predecibles: Hiperión
Hiperión, un satélite de Saturno, no es esférico. Presenta una superficie irregular y amorfa, razón por la cual su rotación es caótica y los días pueden durar lo que les venga en gana, algo que sabemos gracias al Voyager 2.
Las tormentas más grandes y más largas: Júpiter
En 1665, Giovanni Cassini, profesor de la Universidad de Bolonia, observó sobre Júpiter lo que actualmente se conoce como Gran Mancha Roja, una tormenta de unos 35.000 kilómetros de largo por 14.000 kilómetros de ancho. El anticiclón gira en sentido contrario a las agujas del reloj con unos vientos que alcanzan los 360 km/h.
A principios de 2010, los astrónomos lograron familiarizarse por primera vez con la estructura térmica del huracán y de distribución lo largo de su interior. A día de hoy todavía se desconoce a qué se debe su color rojizo.
Los colonizadores que decidan quedarse en Marte deberán enfrentarse a devastadoras tormentas de polvo. Sobre todo en primavera, cuando los casquetes polares del planeta rojo, formados básicamente por dióxido de carbono sólido, se extienden hasta prácticamente la mitad del hemisferio y hacen que aumente la presión atmosférica. El viento, como consecuencia de esto, levanta el polvo y la arena, lo que genera imponentes tormentas de polvo que recorren cientos y miles de kilómetros.
El lugar con la actividad volcánica más sorprendente: Ío
La luna de Júpiter es el cuerpo con mayor actividad volcánica de todo el sistema solar, como lo revelan dos de los telescopios más grandes del mundo, el Keck II de 10 metros de longitud y el Gemini Norte de 8 metros, cerca de la cumbre del volcán Maunakea, en Hawái.
Según los datos de los que se dispone, sobre la superficie de Ío hay 48 volcanes activos y cientos de volcanes inactivos. Su actividad volcánica genera ríos de lava y plumas de azufre y de dióxido de azufre que sus volcanes son capaces de escupir a cientos de kilómetros de altura.
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