Así lo aseguran arqueólogos lituanos. El castillo funcionó como fortaleza lituana ante los intentos de invasión de los cruzados alemanes hace más de seis siglos y medio, hasta que en 1336 los lituanos se encontraron rodeados por los cruzados y decidieron acabar con sus vidas antes que someterse al enemigo y perder su libertad.
¡Que vienen los alemanes!
Pero muy pronto quedó claro que la reducción de los pueblos bálticos requería de una fuerza militar poderosa y organizada. De ahí que en 1202 los alemanes fundasen la Milicia de Cristo de Livonia, también conocida como Caballeros de Cristo. La orden no funcionó, y en 1236 los samogitios y los semigalianos —los actuales letones y lituanos— la derrotaron en el río Saule.
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Tuvo que llegar la Orden de los Caballeros Teutónicos para, finalmente, acabar sometiendo a los letones y a los estonios, tras lo que, aun así, se negaron a abandonar las tradiciones de sus padres y abuelos.
De las historias de las guerras, las derrotas y las hazañas de los lituanos se conservan pocos documentos, sobre todo porque este pueblo no acostumbraba a documentarlas. De ahí que sean muchas las leyendas que se conservan, muchas de ellas, probablemente embellecidas.
Antes muertos que sometidos
El asedio al castillo lituano de Pilenái a manos de los prusianos es una de esas leyendas. Según se cuenta, un día los prusianos consiguieron derrotar al ejército del rey lituano de Pilenái, matar a este y capturar a su hijo pequeño, Marguiris. Los cruzados se lo llevaron a Prusia y trataron de educarlo a su manera lejos de su tierra. Marguiris creció sin recordar a sus padres ni su idioma.
Los alemanes, sin poder perdonar la fuga del joven lituano, enviaron al ejército comandado por el caballero Dietrich von Altenburg contra el castillo. Llegaron el 25 de febrero de 1336. Según las crónicas alemanas, en el interior del castillo había 4.000 semigalianos y todos, desde el primero al último, defendieron el castillo, construido en un lugar elevado y rodeado de un foso y altos muros con gruesos troncos de roble.
Pero los enemigos les superaban en número. Las mujeres hicieron un fuego en medio del patio del castillo y allí, los lituanos, sabiendo lo que estaba por venir, quemaron todas sus pertenencias. Convencidos de que preferían morir siendo libres antes que vivir siendo esclavos, mataron a los niños, a los enfermos, a los heridos y, finalmente, se suicidaron. El fuego acabó engullendo todo el castillo.
¿Pero dónde está el castillo?
Gintautas Zabela, investigador de la Universidad de Klaipela y director de la investigación, reconoce a Lenta que por ahora el objetivo del equipo de arqueólogos es modesto: averiguar a qué época corresponde el montículo y buscar cualquier tipo de información que pueda confirmar o desmentir la hipótesis sobre la ubicación del 'castillo de los suicidios'.