Los atentados, preparados y llevados a cabo por varias células organizadas entre Francia y Bélgica, obligaron a las autoridades, y especialmente a los servicios de inteligencia, a superarse, a espabilar y, sobre todo, a coordinarse mejor.
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Durante décadas, los diferentes organismos actuaban sin concertación y, en muchos casos, haciéndose la guerra entre ellos. También el 13 de noviembre de 2017, cuando la sala Bataclan había sido tomada por un comando yihadista y sus componentes habían ya empezado a asesinar a los espectadores, militares, policías y las dos fuerzas especiales de intervención francesas no se pusieron de acuerdo en el operativo de asalto para liberar a los rehenes.
Francia ha adaptado su legislación a la amenaza y ha adoptado una ley que para sus críticos perpetúa el estado de emergencia decretado tras los atentados de 2015, pero que elimina la ingenuidad, si se puede llamar así, de unas normas que impedían a las fuerzas policiales actuar con la adecuada firmeza.
Terrorismo interno: jóvenes contra su país
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) July 18, 2016
Es en el terreno social y cultural donde Francia se juega el remedio al terrorismo islamista interno. Y para ello, debería, entre otras medidas, desprenderse de sus complejos de expotencia colonial y de su autoflagelación permanente, para volver a enseñar en la escuela pública su propia historia, liberada de culpa, orgullosa, aunque también crítica. Que la Sharía sea vista por buena parte de la juventud musulmana francesa como una norma por encima de los valores republicanos no refleja sino el desastre de la política educativa de las últimas décadas. Que una mínima parte de esa juventud odie a su país y decida asesinar a sus propios compatriotas es el culmen de un fracaso que el fin del conflicto en Siria e Irak no va a detener.
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El nuevo responsable francés de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI), Laurent Núñez, nombrado solo hace cuatro meses, reconoce que la amenaza terrorista "endógena" no desaparece con las derrotas militares de Daesh (el autoproclamado Estado Islámico, proscrito en Rusia) a miles de kilómetros. Marsella fue, hace poco más de un mes, escenario de los asesinatos de dos mujeres en nombre del Islam. Un terrorismo "low cost", o barato, lejos de la sofisticación de los actos llevados a cabo en París hace dos años, pero que mantienen a las autoridades en máxima alerta. Núñez asegura en una entrevista al diario Le Figaro que la voluntad de Daesh de atacar en Francia "sigue intacta".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK