La marcha del pasado sábado fue uno de los mayores eventos de este tipo en el Viejo Continente de los últimos años. Según diferentes fuentes, el número de asistentes fue de entre 60.000 y 100.000.
Los manifestantes portaron banderas nacionales de Polonia, antorchas y una gran cantidad de bengalas de color rojo. Además, muchos activistas corearon mensajes xenófobos y antisemitas.
Concretamente, hubo personas que mostraron pancartas que llamaban a "hacer blanca" a Europa. Los manifestantes también exhibieron carteles que decían: "Queremos a Dios", "Fuera los judíos del poder" o "Por una Europa blanca de naciones hermanas".
"A lo largo de los últimos 27 años —tras la caída del Gobierno comunista— Polonia ha estado a la deriva oscilando entre la euforia, causada por la victoria sobre el comunismo, y el papel de país escandaloso, que exige que Alemania y Rusia lo indemnicen [por el período de guerra]. Además, Varsovia sigue comprando misiles estadounidenses, justificando esta decisión por un posible ataque de la aviación rusa, y continua derribando monumentos de la época soviética", declaró el autor.
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El columnista afirmó que a los medios europeos les aterró la visión de la reciente marcha en Varsovia, que contó con la participación de 'invitados' de ultraderecha de diferentes partes de Europa, "desde Italia al Reino Unido".
"Polonia es 'demasiado' blanca, cristiana y monoétnica. Se opone 'demasiado fuertemente' a la llegada de refugiados. Si Polonia se convierte en líder de las tendencias nacionalistas, el sistema europeo entero de centroderecha-centroizquierda […] puede enfrentarse a un colapso", teoriza.
"No se puede pasar por alto que la Polonia de hoy, igual que toda Europa del Este, que en la actualidad provoca temor a muchos, fue creada por la Europa Occidental. Pero, francamente, eso ya no es problema nuestro [de Rusia]", concluyó.
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