La breve reunión, que acaparó las miradas de la prensa, se dio al margen de toda planificación formal. Para Galea, integrante del observatorio Federatsya, con sede en Argentina, "ambos mandatarios son conscientes de que hay un problema de política doméstica" en EEUU.
"Resolverlo implica mejorar las relaciones con Rusia, que es lo que dijo Trump en la campaña electoral ya que él cree que para combatir a Daesh [proscrito en Rusia y otros países] requiere nuevos aliados", precisó el experto.
"La política exterior de Trump choca con la política doméstica de su país. El mandatario no puede darse el lujo de prescindir de sus servicios de inteligencia. En esa difícil situación no ha podido llevar a cabo las relaciones con Moscú de la forma que él quería", opinó Galea.
Aunque Putin valoró de manera positiva el intercambio con su par estadounidense, puntualizó que el hecho de que las conversaciones no se hayan dado en una instancia cara a cara por separado durante la cumbre revela que "las relaciones entre Rusia y EEUU aún siguen en crisis".
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"Trump eligió el mal menor: no pelearse con sus agencias de inteligencia y posponer la alianza con Rusia un tiempo más. Putin no culpa a Trump, es consciente de que los obstáculos en las relaciones entre ambos países son impuestos desde el establishment que quiere deteriorar las relaciones en pos de otros intereses", analizó Galea.
"Además, si el objetivo real de EEUU es atacar a Daesh, ¿qué mejor opción que aliarse con el único país que está haciendo un avance real y significativo en ese campo?", se preguntó Galea.
Esta visión tiene como obstáculo a "los intereses del sector energético y a los grupos vinculados a ellos", para quienes quitar a Rusia de la ecuación "les da la posibilidad de ganar en el largo plazo en un sector multimillonario".
"Rusia vio en trump un presidente con otro tipo de acercamiento hacia la política exterior. Él tenía el objetivo de llevarse mejor con el Kremlin, pero por cuestiones de política doméstica no fue posible", concluyó Galea.