El éxito, casi imposible
Nicholas Blanchette, investigador en el Programa de Estrategias y Evaluaciones de Defensa del Center for a New American Security (EEUU) y Benjamin Rimland, especialista del Centro Universitario de Yokohama (Japón), señalan que un ataque sobre el país asiático no solo supondría un "tremendo reto a nivel técnico", sino que generaría tensiones entre las alianzas de los países de la región, gran parte de las cuales se debe a Estados Unidos. El precio a pagar sería alto.
"Intentar desarmar o descabezar al régimen de Kim [Jong-un] podría empujar a Corea del Norte a un ataque nuclear, precisamente el escenario que un ataque preventivo [de EEUU] estaría buscando evitar".
El objetivo estaría claro: 'decapitar' al Gobierno de Corea del Norte y permitir que alguien más predispuesto a desnuclearizar el país tomase el poder.
Sin embargo, la geografía de Corea del Norte y "las particularidades de su régimen" son motivos para pensar que el remedio de un ataque preventivo estadounidense podría ser peor que la enfermedad.
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"Pyongyang lleva décadas organizando sus capacidades militares para asegurar la supervivencia de su autoridad".
Una familia y unos misiles escurridizos
Así que, incluso si se diese el caso de que el Ejército de Estados Unidos lograra desmantelar el Gobierno norcoreano, "existen pocos motivos para pensar que el que venga detrás cedería a las exigencias de Washington", alertan Blanchette y Rimland.
Mientras que los estadounidenses se encargan de arreglárselas con Kim Jong-un, los misiles del líder norcoreano podrían atacar por donde menos se los espera. Muchos de ellos pueden ser transportados fácilmente. Eso se traduce en que los norcoreanos pueden lanzarlos desde cualquier base de lanzamiento e incluso lanzarlos de forma remota.
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Seúl, en el punto de mira
Los mismos analistas advierten que, ante todo, el ataque preventivo debería lanzarse por sorpresa. Una vez más, que Corea del Norte esté rodeada por aliados a los que Estados Unidos está obligado a avisar en caso de una ofensiva militar dificultaría las cosas sobremanera.El escenario acabaría con la confianza en EEUU de los países de la zona antes que con Pyongyang. Y a pesar de ello, el artículo advierte:
"La elección entre preparar un ataque sorpresa y mantener la confianza entre los aliados está clara. Los lazos de EEUU con sus socios en Asia llevaron inmensas riquezas, prosperidad y estabilidad a la región. Sacrificarlo todo bajo una muy dudosa certeza con el objetivo de eliminar de golpe las armas nucleares de Pyongyang o a su cúpula militar sería una derogación de los deberes de EEUU ante el sistema de liberalismo mundial", concluye el medio estadounidense.
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