Los productores sabían que el azúcar podía causar ateroesclerosis y cáncer de vejiga, pero no hicieron pública dicha información, según el artículo de la revista PLoS Biology.
Según la Organización Mundial de Salud (OMS), desde los años 80 y hasta ahora en el mundo persiste una epidemia global de obesidad.
El año pasado, cada tercer habitante del mundo —un total de 1.900 millones de personas, sufrieron de sobrepeso y aproximadamente el 15% de formas más graves de obesidad. Así, el sobrepeso resulta ser la causa de casi la mitad de las enfermedades, tales como las cardiovasculares, la diabetes y el cáncer.
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Los médicos consideran al azúcar y a las bebidas dulces —que se han hecho muy populares en todo el mundo- como de las mayores causas de la epidemia. Hace dos años los expertos norteamericanos calcularon que el consumo excesivo de refrescos dulces se cobra la vida de unas 184.000 personas anualmente —la mayoría de las víctimas procede de América Latina y EEUU—.
Stanton Glantz y sus colegas concluyeron que los fabricantes conocían perfectamente el peligro provocado por sus productos, pero preferían ocultarlo. Así, los investigadores descubrieron datos del llamado 'Proyecto 259' que se llevó a cabo entre los años 1967 y 1971.
Las pruebas realizadas en ratas en el marco del proyecto demostraron otras dos consecuencias del consumo del azúcar. Resultó que la sustancia no solamente provocaba obesidad, sino también incrementaba la posibilidad de desarrollo de la ateroesclerosis y otros trastornos cardiovasculares.
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El estudio del 'Proyecto 259', dirigido en los años 60 por el científico Walter Pover, no habría gustado a los representantes de la Fundación Internacional de los Estudios del Azúcar que lo valoraron con 'cero' y retiraron la financiación de los experimentos, por lo cual la investigación se hizo pública solo en el año 2016.