"Se sustenta en los acuerdos de Minsk que deben cumplirse de forma consecuente. Es necesario proporcionar garantías políticas para la población de Donbás, lo cual significa enmiendas a la Constitución (ucraniana), amnistía (para milicias), elecciones (locales) y, como punto final cabría hablar de (el control sobre) la frontera entre Rusia y Ucrania", precisó Kelin.
Los cascos azules, añadió Kelin, han de proteger a los observadores de la OSCE, pero hay opiniones encontradas acerca de cómo deberían realizar esa misión.
Entre los funcionarios que están a cargo de la misión de observación, según el representante de la Cnacillería rusa, "hay opinión de que los observadores en su estado actual —civiles y sin armas— estarían más a salvo que si tuvieran a hombres armados a su lado".
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Desde abril de 2014 Ucrania lleva a cabo una operación contra las milicias en el este de su territorio donde se proclamaron las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk en respuesta al violento cambio de gobierno ocurrido en Kiev en febrero del mismo año.
A principios de septiembre pasado, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, se pronunció por emplazar cascos azules de la ONU en la línea de separación entre las fuerzas gubernamentales de Ucrania y las milicias de Donbás, y otras áreas inspeccionadas por observadores de la OSCE para garantizar su seguridad.
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El canciller ruso Serguéi Lavrov afirmó a finales de noviembre que un contingente de la ONU podría desplegarse en la zona de conflicto tras la separación de las fuerzas y la retirada del armamento, y que su emplazamiento debe ser acordado tanto con Kiev, como con Donetsk y Lugansk.