"Queremos que la música funcione como la onda expansiva de una bomba; todo lo que ella genera ya ayuda a un niño de una favela; ayuda a estimular su imaginación, a alejarse de determinadas tentaciones (…) La música lo hace sola, lo que hay que saber es dónde tiene que caer esa bomba pacífica", explica a Sputnik el alma máter de este proyecto, el periodista radiofónico español Ángel Carmona.
Actualmente Leaõzinho, nombre que homenajea la canción homónima del artista brasileño Caetano Veloso, trabaja en la frontera entre el barrio de Ramos y el Complexo da Maré, un conjunto de 15 favelas dominado por los enfrentamientos entre varias facciones del narcotráfico y violentas operaciones policiales.
Los niños son la población más vulnerable en estos barrios (no es raro ver a menores cargando un fusil) y su escolarización no es fácil, dado que en muchas ocasiones el colegio cierra debido a los fuertes tiroteos.
El centro donde se ubica la ONG ofrece junto a las clases de guitarra, comida y clases de refuerzo para los niños cuando salen de la escuela, además de un trabajo casi terapéutico, como resalta su profesor, Halley Teixeira.
Para Teixeira, el mayor desafío es el propio perfil de los alumnos, muchos de los cuales no tienen un entorno familiar propicio al aprendizaje.
“La mayoría de los padres de los niños que están aquí están muertos o ausentes porque están presos, tienen problemas con las drogas (…) así que lo primero es darles atención, no solo música, también cariño y apoyo”, dice.
El dedicado trabajo de Teixeira en los últimos dos años empieza a dar sus frutos; uno de sus alumnos, Wendell Duarte, de 13 años, ya compone sus propias canciones y está decidido a labrarse un futuro en la música.
“Mi abuela es mi mayor incentivo, ella es la que me dice que no desista”, asegura Duarte.
En realidad, Teixeira sabe que la mayoría de sus alumnos nunca serán guitarristas profesionales y seguramente la mayoría dejarán la música a medio camino, pero asume que eso es lo de menos; lo importante es inculcar valores como la disciplina, la perseverancia y sobre todo la autoestima.
Wendell Duarte le da la razón: “Aquí, al lado de la Avenida Brasil, hay tiroteos todo el rato, es una violencia tan diaria que mucha gente ya piensa que no tiene solución, pero no podemos desistir”, asegura, mientras se agarra a las informaciones de que muchos jóvenes lograron salir de la favela (e incluso viajar a Europa) gracias a su talento musical.
La ONG Leaõzinho formó desde 2011 a más de 200 niños en Río de Janeiro, labor que le valió el Premio Brasil 2015 entregado por la Cámara de Comercio España-Brasil, y también cuenta con un proyecto similar en Dajla, en el Sáhara Occidental.