Durante su periplo en el 'reino de los Kim', Jenkins encarnó a diferentes villanos occidentales en películas norcoreanas y hasta enseñó inglés a Kim Il-sung.
Por eso decidió desertar a Corea del Norte: para buscar refugio en la Embajada de la URSS y así poder regresar a EEUU en el marco del programa de intercambio de prisioneros.
Jenkins cruzó la frontera con Corea del Norte en enero de 1965 y se rindió a los guardias norcoreanos. Pero pronto el militar entendió que su plan fracasaría, dado que la Unión Soviética rechazó su solicitud.
El sargento fue alojado en Pyongyang junto a otros tres desertores de Estados Unidos. Las autoridades del país los obligaron a aprender el idioma coreano y la ideología juche.
En 1980, las autoridades del país forzaron Jenkins a casarse con una japonesa de 21 años, Hitomi Soga, que había sido secuestrada para enseñar su idioma a los espías norcoreanos. Con el paso de tiempo, Soga y Jenkins se enamoraron. La pareja tuvo dos hijas.
No se lo pierda: Conoce el club de fanes de Corea del Norte… en Japón
El prófugo relataba que su esposa echaba de menos Japón. Cuando iban a dormir, Jenkins siempre le decía 'oyasumi' —que puede ser traducido del nipón como 'dulces sueños'—. Soga solía responderle lo mismo en inglés. Jenkins explicaba que la pareja lo hacía para no olvidarse de quiénes eran.
Soga y Jenkins gozaban de privilegios en comparación con otros habitantes del país. Cuando Corea del Norte padeció una hambruna brutal en la década de los 80, las autoridades les suministraban arroz, ropa, cigarrillos y jabón, mientras el resto de la población no tenía nada de aquello. Sin embargo, nunca tuvieron el privilegio de salir libremente del país.
El desertor fue juzgado en Japón por un tribunal militar de Estados Unidos y condenado a 25 días de prisión por 39 años de ausencia sin permiso. Jenkins fue el único desertor estadounidense que consiguió partir de Corea del Norte. El resto vivió allí hasta su muerte.
Jenkins pasó sus últimos años en la isla de Sado, donde nació su esposa. En 2005, publicó su autobiografía, que se hizo muy popular en Japón. En ella confesaba que su fuga a Corea del Norte fue el mayor error de su vida y siempre se arrepentiría de semejante decisión.
Lea también: La realidad de Corea del Norte: tiendas privadas, internet y móviles
Incluso después de su liberación, Jenkins temía que Pyongyang ordenara su asesinato y el de su familia. No obstante, Jenkins murió por causas naturales, concretamente a causa de problemas cardiacos, según informó el medio Kyodo.