"Aproximadamente una de cada dos personas experimenta dificultades en su vida personal y en el proceso de procreación. Estos problemas, en la mayoría de los casos, no se deben al hecho de que algo no funcione bien con ellos. Nuestro proceso evolutivo se ha producido en un entorno completamente distinto a este en el que vivimos ahora", comenta Menelaos Apostolou, de la Universidad de Nicosia (Chipre).
Para comprobar su teoría, los científicos entrevistaron a casi 2.000 estudiantes de universidades chipriotas a quienes se les preguntó qué tan fácil era para ellos acudir a una cita, qué tan importantes eran estas citas y qué problemas tenían con el sexo opuesto.
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Los investigadores afirman que las dificultades a la hora de comunicarse con el sexo opuesto no se deben a un aspecto poco atractivo, problemas sexuales o mal carácter, sino a razones evolutivas y sociales profundas.
"La mayoría de los instintos que tenemos surgió en un momento en que uno no tenía casi ninguna elección a la hora de relacionarse con el sexo opuesto: en la mayor parte de los casos, esta elección la hacían los padres. Estas circunstancias han cambiado bastante recientemente y simplemente no hemos tenido tiempo de adaptarnos. En el pasado, por ejemplo, la introversión no era un problema para encontrar pareja", concluye Apostolou.