"En el signo regente este año, Osa She, es muy grave el problema de la madre tierra por la poca fertilización de los suelos, la poca convocatoria de recursos humanos a este sector y el apresuramiento que se trata de introducir en la ecología a nivel mundial", aseguró el vicepresidente de la ACYC, Lázaro Cuesta, en una rueda de prensa a la que asistió Sputnik.
Respecto al tema medioambiental, Cuesta subrayó que si no se valora bien el tratamiento de la tierra, "la abundancia de hoy se convertirá en la escasez de mañana".
La predicción de los babalawos (sacerdotes) procedentes de las diferentes ramas religiosas existentes en Cuba, que por tercer año consecutivo realizaron sus ceremonias en un ambiente de unidad y ecumenismo bajo el liderazgo de la ACYC y el CSMI, establece también que en este año gobernado por la divinidad conocida como Yemayá (dueña de los mares) a quien acompañará Eleguá (abre y cierra los caminos), ocurrirán movimientos telúricos que pueden conducir a derrumbes, catástrofes naturales y se incrementarán las violaciones de menores de edad.
Interrogado sobre este último asunto, Cuesta relacionó el tema con las emigraciones masivas de niños hacia lugares donde no conocen el idioma y a la falta de cuidado y atención por los padres.
"Ifá está indicando que los padres deben saber a dónde van sus hijos y con quién se comunican, incluso a través de las redes sociales –aclaró el sacerdote– para evitar que infantes y jóvenes, sobre todo del sexo femenino, sufran engaños y se vean expuestos a graves peligros".
Destacan en la Letra del Año 2018 refranes y recomendaciones que enfatizan en las relaciones filiales y sugieren la obediencia a los mayores: "los padres no piden la bendición a los hijos" y "el hijo sigue la tradición del padre".
Sobre el particular, el babalawo Víctor Betancourt, cuyo papel en la unificación de las comisiones de la Letra del Año fue resaltada ante la prensa cubana y extranjera, consideró una falta de respeto de las nuevas generaciones a sus progenitores ignorar las costumbres y tradiciones.
"Al pedir la bendición, los hijos piden sabiduría a los padres a través de la oralidad", describió el líder religioso.
A la Letra del Año se llega a través de una liturgia que comienza el 31 de diciembre y concluye en el primer día del año con el oráculo de Ifá u Orúmila (el más sabio de los orishas del panteón yoruba) como base, tras lo cual se emiten orientaciones y recomendaciones que deben cumplirse durante los 12 meses siguientes para evitar y vencer las dificultades y obstáculos.
En Cuba, esta tradición la inició a finales del siglo XIX el babalawo de origen africano Remigio Herrera (Adeshina), apoyado fundamentalmente en cinco de sus ahijados.
En los últimos años, emigrantes y extranjeros iniciados por babalawos cubanos comenzaron a difundir en diversos países otras letras del año.
La Oficina de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) inscribió en 2008 al sistema adivinatorio de Ifá en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, luego de proclamarlo como tal originalmente en 2005.
Este oráculo practicado en las comunidades yorubas y en la diáspora africana de Latinoamérica y el Caribe se basa en un gran corpus de textos y signos matemáticos que son interpretados por el babalawo, sin necesidad de un shamán o médium que caiga en trance como sucede en otras formas religiosas también existentes en la región.
