No todos los ciudadanos apoyaron la iniciativa gubernamental. Así, un nutrido grupo de pacifistas criticó los simulacros y protestó contra el aumento de la histeria en la región. Varios analistas hablaron con Sputnik de la reacción de la sociedad nipona ante los recientes simulacros.
La meta principal de los simulacros ha sido concienciar a la gente sobre el problema norcoreano, declaró Andréi Fesiún, especialista ruso en asuntos relacionados con Japón.
"Me sorprende que los simulacros hayan tenido lugar cuando la amenaza norcoreana había disminuido para Japón gracias a los acuerdos firmados entre ambas Coreas poco antes de los Juegos Olímpicos [de Invierno]", puntualizó el analista.
La decisión del Gobierno nipón de celebrar estas maniobras pone de manifiesto que "se planea seguir proyectando la idea de Corea del Norte como la mayor pesadilla para sus ciudadanos", agregó.
Según planteó, una bomba atómica de 20 kilotones —semejante a la que fue lanzada sobre Hiroshima— causa lesiones letales a una distancia de 900 metros del epicentro de la explosión.
A una distancia de 2.300 metros del epicentro, la onda de choque se hace inocua para una persona. Es decir, una sola bomba es incapaz de destruir por completo una ciudad tan grande como Tokio, que tiene una superficie de 2.187 kilómetros cuadrados, explicó.
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"La actitud negativa de los japoneses contra Pyongyang es en gran medida artificial. Sin embargo, pese a esto hubo quienes se manifestaron a favor de seguir dialogando con el Gobierno norcoreano. Estos individuos mostraron preocupación por el hecho de que su país provoque a su vecino norcoreano cuando este último ya cesó sus actividades militares", subrayó Fesiún.
Todo esto pone de manifiesto que una parte de la sociedad nipona es consciente de que Estados Unidos utiliza el problema de Corea del Norte para prolongar las tensiones en Asia Oriental, concluyó.