Ni guantes, ni protección, ni nada. Con las manos desnudas, este ingeniero metalúrgico no le teme al metal fundido.
En el vídeo se ve cómo se quita los guantes y pasa la mano —eso sí, sin detenerse— por un chorro de metal que a saber a qué temperatura está: si a 600 grados o a 1600.
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Mgdsián realmente tocó el metal líquido y no se quemó. Esto se debe al efecto Leidenfrost, cuando se forma una capa de vapor entre el líquido y el metal caliente. Si se moja bien la mano antes de sumergirla en el metal fundido, el vapor protegerá la piel de quemaduras durante unas fracciones de segundo.
En cualquier caso, mejor no probarlo.